Los pibes van bajando lentamente de las
lanchas. Se ve escasa la tropa: una treintena de personas incluyendo
a un puñado de docentes y auxiliares. Dentro del salón comedor
parecemos mas y nos damos ánimo. La ocasión es especial se trata de festejar el
Día de la Independencia sin caer en el típico acto que suele ser a la vez
formal y vacío. El formato que se propone ya es un clásico de la 12.
Un comienzo informal donde en distintos talleres se trata de pensar algo en
esta oportunidad: Las independencias, luego la formalidad que se pone en acto
con la entrada de la bandera que precede al discurso y por último el encuentro
gastronómico patriota, ya se huele el chocolate y las tortas fritas.
Luego de un encuentro intenso en los
talleres donde se exploró la independencia cultural y la independencia de
género, nos dirigimos de nuevo al salón comedor. Allí nos
predisponemos a escuchar el discurso y aparece la primera sorpresa. El
docente que había escrito el discurso no pudo independizarse de una bronquitis
y tuvo que faltar, en su lugar, una estudiante leyó el discurso que el había
confeccionado. Nos predisponemos a festejar un discurso en modo
Billiken pero … No hay nada que festejar!! La lectura va
rápido pero alcanzamos a anotar en nuestra libretita de corresponsales
destacados, las siguientes preguntas.
“Pero ¿Qué festejamos?
Si comenzaron los vergonzosos
genocidios de los pueblos originarios para arrebatarles sus territorios.
Si fuimos el granero del mundo mientras
teníamos un pueblo con hambre.
Si trajemos inmigrantes europeos para
mejorar la Raza y después los fusilamos por pedir derechos.
Si luego de 100 años de la
independencia en 1916 conseguimos el voto universal, secreto y obligatorio pero
claro esto no abarcaba a las mujeres quienes deberían esperar varias décadas
para poder ejercerlo."
El discurso va terminando y mientras
nos acercamos a las tortas fritas nos quedamos con un ánimo crítico pensando en
las independencias que nos quedan por conquistar en la escuela.